¿Somos una generación capaz de crear bienestar común?
Cuando ya la edad nos da para decir que han sido muchos los caminos recorridos, comenzamos a hacer un acto de contricción y buscamos definir cuanto ha contribuido con la sociedad...
Cuando ya la edad nos da para decir que han sido muchos los caminos recorridos, comenzamos a hacer un acto de contricción y buscamos definir cuanto ha contribuido con la sociedad, la generación en la que me ha tocado vivir. Nos da por tener momentos místicos.
Hoy, atravieso uno. No tengo que ir muy lejos ni buscar modelos fuera de mi contexto. A él me remito, de aquí provengo y aquí he pasado la mayor parte de mi vida. Creo entonces, contar con propiedad para poder emitir una opinión al respecto.
Cuando el municipio poseía aún las tierras prístinas que vieron nacer o llegar a nuestros abuelos, la calidad de vida era precaria. Bebíamos agua no tratada de pozos artesanales, no existía red de cloacas (¿existe ahora? La verdad, no lo sé), cada casa poseía un pozo séptico, de los cuales muchos dejaban venas abiertas para que las heces se drenaran continuamente y nunca se llenara, la educación oficial era impartida en sitios inadecuados, sólo nos comunicabamos con Maracaibo a través de la via lacustre, por no poder hacerlo por tierra. Desde ese puerto nos llegaban la mayor parte de los bienes de consumo, los adelantos tecnológicos y la gente que pobló muchas de las zonas del Municipio Colón. También vinieron de Europa, por esta vía, refugiados de la segunda guerra, especialmente suizos, españoles e italianos que decidieron buscar nuevos horizontes y consolidar sus familias lejos del continente devastado.
Ahora bien, como producto de las exigencias del medio y como hombres visionarios que fueron de las potencialidades de la región y sus recursos, esta generación, de la cual muchos ya han muerto y otros están en la tercera edad, forjaron las industrias lácteas mas importantes del país: Indulac e Indosa y desde acá lograban llevar a los distintos lugares de la nación la mies de Colón. Posteriormente establecieron Kraft, Paicosa (hoy Colona), Sur del Lago y hasta una receptoría de Lácteos Torondoy. Esa generación abrió caminos, desarrollo haciendas, construyó el aeropuerto, logró que entidades bancarias y financieras vinieran a la zona, consiguió gente letrada para abrir escuelas, un pequeño dispensario y alguna que otra oficina gubernamental (Registro y Prefectura) para pequeños trámites oficiales. Esa generación dejó bases muy sólidas para que la generación de relevo terminara de expandir una economía pujante basada en los rubros agrícola, pecuario, pesquero y en el ecoturismo. Una economía que abrió las puertas a la modernidad, una economía forjada por los individuos y secundada posteriormente por el estado. Una economía que nos daría a los coloneses la oportunidad de vivir dignamente, desarrollar vías modernas, contar con fundos capaces de suplir con productos agrícolas, no sólo al mercado nacional, sino al mundo entero. Una economía que, por su inmensa riqueza, sería capaz de absorver la mano de obra local, a nuestros jóvenes, con mucha o poca preparación académica; y dotar a nuestros poblados de infraestructura de vanguardia en hospitales, escuelas, sistema sanitario y de viviendas, cónsonos con la vida del siglo XXI en cualquier país desarrollado.
Hoy, si hacemos un balance objetivo y minucioso concluiremos que, con honrosas excepciones, no hemos sido capaces de estar a la altura de nuestros padres y abuelos. La gran diferencia radica en los valores y principios que moldearon la crianza hogareña de esa generación: autoridad moral (no impuesta, sino ganada por el estilo de vida), honestidad, trabajo, respeto, compromiso, visión de país, solidaridad y una gran fortaleza espiritual.
Repasemos que hemos logrado, como generación de relevo. Cerramos las empresas lácteas que ellos fundaron: Indulac e Indosa. Kraft se fue de la zona y una de las que hoy operan lo hacen envasando leche pulverizada traída de afuera (no está de más saber que la leche pulverizada es el excedente de la producción de leche líquida en los paises desarrollados y su uso natural es para el consumo animal durante el invierno. La misma fue una solución a nuestros problemas de transporte y vías de penetración hace 50 años atrás. La leche líquida es la que debemos consumir porque, luego de su pasteurización, conserva los nutrientes necesarios para una buena alimentación. Asimismo, en el proceso de la elaboración de la leche de larga duración desaparecen la mayoría de sus nutrientes).
El aeropuerto local, otrora, orgullo de un municipio que podía jactarse en decir, ser el único enVenezuela, donde aterrizaba un jet dos veces al día, es ahora, tan sólo un recuerdo de la vitalidad económica que tuvo nuestro pueblo y que no hemos podido recuperar. Tenemos un hospital muy grande que en su momento contó con todos los equipos necesarios y personal altamente capacitado en las distintas ramas de la medicina. Ahora pudieramos considerarlo una receptoría de enfermos por la alta transferencia de pacientes que son enviados al HULA de Mérida con patologías o diagnósticos de poca monta. ¿Seremos alguna vez capaces de mantener lo conseguido y aportar valor agregado a nuestra calidad de vida?
Contamos ahora con agua potable que llega a nuestros hogares por tuberías, aunque no podría asegurar que libre de gérmenes y bacterias. No obstante, las interminables interrupciones en el servicio desesperan al común de nuestras amas de casa al no poder saber con certeza cuando saldrá el preciado liquido del grifo. Las escuelas, el comercio local y demás entes, sufren los coletazos de esta gerencia improvisada que hace perder jornadas enteras de trabajo. Tenemos, asimismo, una hermosa y amplia vía central en nuestros poblados, la Avenida Bolivar. Pero recorrerla puede volverse una aventura amazónica al no poder saber cuantos motorizados o ciclistas vienen en contraflujo o cuantos peatones saldrán por detrás de un árbol o en un sector no rayado y nos pueda ocurrir una desgracia. ¿Cuantas vidas vale una avenida? El fracaso de la importante misión que tiene la escuela de formar ciudadanos respetuosos de las normas establecidas para la conviviencia (leyes), aquí se hace obvia. No se porqué, a nadie se le ha ocurrido poner cercas en la isla divisoria para que sólo se pueda atravesar por el rayado de cebras. He visto hasta ¿autoridades? saltar con sus motos de un lado a otro de la avenida para acortar camino. Mientrás tanto, a quienes le compete poner orden al caos, dicen tener todas las justificaciones del mundo para no ser parte de la solución. Cada mes cae arrollado algún colonés en esta arteria vial.
Hay muchas escuelas y liceos oficiales en nuestro pueblo, aunque en muchos años, no se han creado nuevos. Se han refraccionado los ya existentes, pero ¿Acaso la expansión demográfica del pueblo no muestra que la población casi se ha duplicado? En muchas de estas escuelas sólo se dan, cuando se dan, dos o tres horas de clases, por motivos tan disimiles como: ausencia de los directivos o los docentes, reuniones convocadas por los distintos entes que inciden en el proceso educativo y a las cuales deben asistir, aunque luego, nunca se de la reunión, o nunca lleguen los funcionarios que venían, las lluvias caídas, falta de agua o electricidad, porqué hay que dar el lugar a los damnificados, porqué a los maestros se les utiliza para salir a hacer censos en las comunidades, porque los docentes pertenecen al gobierno de turno y se les saca de las aulas a cumplir funciones políticas, por permisos médicos concedidos sin una justificación mayor , porque el salón está lleno de plagas, porque no hay insumos para desinfectar los baños etc, etc, etc.
Para finalizar este corto análisis sobre nuestra efectividad como generación que crea bienestar común, es ineludible mencionar que desde hace varios años ya existen sedes del Ministerio Público, Oficinas para la Protección de los derechos del niño y adolescente y cuerpos policiales en nuestro poblado. Pero ¿Cómo se puede ser tan pasivo ante la feria de licor que ocurre cada fin de semana en nuestra avenida de manera descarada e irresponsable?. Ingesta, que luego conlleva a la muerte de los jóvenes coloneses o a su incapacidad permanente por conducir motos o vehiculos pasados de tragos.¿Cómo no escuchar ahora, de boca de los vecinos, los atracos, robos o violaciones que ocurren cada día del año en nuestro pueblo, aquel en el que solíamos dejar las puertas abiertas?. ¿Esxisten realmente fuentes de trabajo estables para contrarrestar esto?
El balance es que estamos probando ser una generación en decadencia, incapaz de: crear riqueza, velar por nuestra propia integridad física, satisfacer los estandares mínimos de calidad de vida en habitación, salud, educación y justicia para nuestros pares, alcanzados ya en muchas otras naciones del mundo civilillazado; formar ciudadanos sensibles al deterioro del medio ambiente y al uso de las nuevas tecnologias para el sostén de la vida, fomentar la valentía y el coraje en la población para detener cualquier atropello de los que detentan el poder.
Bolívar resuena en este momento en mi mente. Sus palabras siguen conteniendo una verdad infalible:”Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”
¿Quien quiere anotarse en la lista para crear una generación de cambio?